Es una de las especies “de paso” que nos pueden entretener a condición de “eso”: De que “pasen”…
Su caza es idéntica a la de la tórtola: un puesto bien camuflado y cartuchos de plomo número nueve, o, mejor, del diez…
No es un tiro fácil, ni muchísimo menos. Hay que tener buenas “apuntaeras” y luego, buena vista y retención del lugar donde han caído para poder cobrarlos. Os aconsejo que, cada cinco o seis, os levantéis a recogerlos pues podéis perder las referencias de donde han caído.
Las mejores horas también coinciden con las de la tórtola, es decir, mañanas y tardes, pero cualquier momento puede ser bueno para, andando por los olivares, tirar unos cuantos y pasar un rato muy divertido. Lógicamente, en los olivares es IMPOSIBLE cazar cuando coincida con la recogida de aceituna, por ello, debemos estar muy atentos por si hay partidas de aceituneros por donde vayamos.
El zorzal se pasa el día en los olivares y, al atardecer vuela hacia el monte bajo donde pasará la noche. De esto se deduce que el mejor lugar para esperarlos es en las entradas del monte y frente a los olivares, pues de ellos saldrán en dirección al monte. En la caza del zorzal hay que tener en cuenta algo importante: EL VIENTO. Al zorzal le gusta volar “cara al viento”. Si el viento sopla del monte al olivar, el paso está garantizado, pero si es al revés, el paso será muy distinto, porque el zorzal quedará en el olivar y no volará hacia el monte. Es por tanto muy importante comprobar si al lugar al que vamos hay “viento a favor o en contra”.